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Bautizada con más de un nombre, se le conoce como Puebla de los Ángeles, Angelópolis, Puebla de Zaragoza y oficialmente desde 1950 como la Heroica Puebla de Zaragoza.

La hermosa capital poblana flanqueada por los imponentes volcanes, Popocatépetl e Iztaccíhuatl, que nos regalan esas vistas idílicas de sus nevadas cumbres, goza de un clima mayormente templado, además de esa majestuosidad paisajista de la que hace gala, la relevancia histórica y su riqueza cultural; posee un invaluable acervo arquitectónico en los 7 km2 en los que se extiende el zócalo y corazón de Puebla, que le merecieron el reconocimiento por parte de la UNESCO, como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987.

Su conjunto de edificios históricos repartidos por toda la ciudad hace que cada esquina esconda una sorpresa, adosada en las formas geométricas de las cerámicas de talavera que cubren numerosas fachadas de Puebla.

Dotada de leyendas y cuentos fantásticos, Puebla nos invita a recorrer y adentrarnos en esas, sus calles ataviadas de azul y blanco, revistiendo como una máscara las casas coloniales con hermosos patios interiores, como el del anexo del Templo de Nuestra Señora de la Concordia, conocido como el Patio de los Azulejos, uno de los más bellos que podemos encontrar o el del Museo Poblano de Arte Virreinal, que es el segundo en tamaño de Puebla y, que en antaño, fungiera como hospital para los menos desfavorecidos. Destaca en él la elegancia de su arquería y se puede decir categóricamente, que incluso aquellos abandonados y deteriorados por el paso del tiempo, aún conservan el encanto como muestras fehacientes que reflejan la opulencia de la época.

No puede dejar de apreciar esas construcciones de un hermoso estilo barroco, hoy muchas de ellas convertidas en museos como la Casa del Deán, la Casa del Alfeñique, la Casa de los Hermanos Serdán, el Museo Amparo o la Casa de los Muñecos, con su fachada ornamentada con figuras, que se dice fueron puestas por el propietario en tono burlón hacia los gobernantes de aquellos ayeres, quienes no permitían la construcción de edificios más altos que los de la función pública.

Por la noche Puebla se viste de fiesta.

El ambiente en torno al zócalo se llena de algarabía, sin duda alguna contagia e invita a unirse al festejo, en sus animadas calles se percibe el calor de su gente y la hospitalidad de la misma.

Cenar en la zona de los Arcos frente a la Catedral, nos ofrece un primer plano de ésta imponente iglesia o, acercarse hasta el Barrio del Artista o el Callejón de los Sapos, donde encontramos un ambiente bohemio y más de un sitio nos espera para deleitarnos con copeo y trova.

A los poblanos les gusta disfrutar de la vida nocturna y para mejor muestra de ello, uno de los boulevares principales de Puebla, llamado Juárez, donde hay una gran cantidad de bares, restaurantes y discotecas para aquellos que quieran darse una vuelta por allí y conocer más de las costumbres locales.

No olvide visitar también los 8 pueblos mágicos de Puebla: Atlixco, Cholula, Zacatlán, Cuetzalan del Progreso, Chignahuapan, Pahuatlán, Tlatlahuitepec y Xicotepec de Juárez. Que sin duda con la peculiaridad y floclore de cada uno le cautivarán.

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